¡Hola a todos! Bienvenidos a mi Blog.
Hace tanto pero tanto que no escribía por acá. Prácticamente hace tres meses... demasiado! La realidad es que estuve con muchas cosas, muchos procesos de otras cosas que ya les estaré contando próximamente y no tuve muchas ganas ni tiempo de sentarme a escribir. Todas las notas / posteos que hago, me gusta hacerlos tranquila, con dedicación y tomarme un ratito para escribir, para mí y para ustedes. Si les soy sincera, iba a escribir sobre la tendencia de reptil que tanto estamos viendo esta temporada, pero pensándolo mejor, me pareció más interesante cambiar rotundamente de tema y contarles un poco sobre mi y el proceso, o mejor dicho, el camino que recorrí hasta el día de hoy. Suena un poco egocéntrico, pero me preguntan muchísimo por Instagram ¿Cómo llegue a comunicar por las redes sociales y hacer lo que hago hoy en día? Además, personalmente, no hay nada que me motive más que leer la historia de otras personas y escuchar el otro lado de la pantalla, y de paso, me tomo un ratito para mi, para escribir, que es algo que me gusta mucho.
Bueno, ¿Por dónde empiezo?. Primero y principal, sin ahondar mucho en el tema porque ya la mayoría lo sabe, soy Diseñadora de Indumentaria de la UBA. Me recibí hace 4 años y la verdad que siempre supe que la moda era algo que me apasionaba. Creo que soy una persona muy sentimental, desde el punto de vista de que todo lo que hago lo tengo que hacer porque lo siento, de lo contrario, no me interesa y por lo tanto no me sale bien. Mis primeros pasos en el rubro fueron hace muchos años atrás aproximadamente, cuando hice una pasantía en una marca de indumentaria femenina bastante reconocida de Argentina. Fue una experiencia buena en el sentido de que aprendí un poquito cómo funcionaba una marca por dentro, pero por el otro lado, no me pagaban ni dos pesos y me la pasaba doblando ropa y haciendo control de calidad. Literalmente. Cuando me recibí, fue cuando empezaron los problemitas de ansiedad.
Si si , ansiedad, mi peor enemiga y al mismo tiempo compañera de vida. Si nunca sufrieron de ansiedad, ¡que suerte tienen! El principal problema acá era la incertidumbre. Yo venía de hacer todo tal cual lo estipula la sociedad: estudias y terminás el colegio, vas a la universidad, te recibís y el próximo paso es trabajar de lo que estudiaste. Vos ya sabes que todo lo que vas a tener que hacer, está pautado, aunque sea mínimamente, por lo tanto no tenés tanta duda sobre todo. La vida adulta me había tocado la puerta y ya no había mucha vuelta atrás. Después de varios currículums mandados, conseguí mi primer trabajo formal (cuando digo formal, es porque me pagaban y tenía un contrato: increible para mí). La realidad es que me quedaba muy lejos de mi casa y no me volvía loca. Yo había cortado con mi novio en ese momento, estaba bastante triste y sentía que no estaba donde se suponía que tenía que estar. No me sentía motivada digamos. A todo esto, el cuerpo me empezó a fallar: dolores de columna, gastritis, insomnio, cansancio, anemia, etc. ¡Les dije que soy una persona sensible! Apenas algo no me gusta o no está bien, el cuerpo me lo hace saber. En fin, un día de esos me llamaron por teléfono de una de las marcas más reconocidas del país para tener una entrevista. Después de varias reuniones, miles de preguntas y psicotécnicos, quedé en el puesto. Yo ya había renunciado al trabajo anterior y en poco tiempo estaba trabajando en lo que en su momento era mi ¨trabajo soñado¨. Por primera vez en mucho tiempo sentía que estaba haciendo todo lo que tenía que hacer. Estaba sumergida en un mundo perfecto, en donde ayudaba con el proceso de diseño, hacíamos bajada de tendencias, paleta de colores, reuniones para definir las próximas colecciones, etc. Era tan lindo ir a la oficina y ver que todas hablaban mi mismo idioma, eramos un grupo de diseñadoras en donde todos los días para mi eran un aprendizaje, una experiencia. Lamentablemente como todo en la vida, todo lo bueno dura poco. Con el correr de los meses, una compañera mía decidió abandonar la empresa, por lo tanto, su puesto de diseñadora quedó libre. A mi me dieron más responsabilidades y tenía que hacerme cargo de un montón de cosas que, en su mayoría, para mi eran nuevas. Di todo, diseñé colecciones y me esforcé muchísimo, además de aprender otro tanto y conocer gente muy linda que hoy en día sigo en contacto. Por primera vez en mi vida, pasaba por la vidriera de esta marca tan reconocida y decía ¨¡Eso lo diseñé yo!¨. Me sentía en Disney.
Todo esto tiene un giro de 180 grados cuando luego de varios meses de trabajo, los tantos seguían un poco difusos y yo seguía siendo el caballito de batalla: asistente de diseño, diseñadora, asistente de vestuario, etc. Todo en uno.
De vuelta, el cuerpo me pasaba factura. Luego de haber pasado horas extra en la oficina, dándolo todo, esforzándome al máximo durante meses y salvando las papas del horno constantemente, decidí renunciar, con lloriqueos en mi casa de por medio, ya que ese puesto al que yo tanto aspiraba, no estaba siendo recompensando como yo quería y tampoco reconocido. Como quién diría, me mostraron la zanahoria pero nunca me la dieron. Todo ese arco iris perfecto en el mundo del diseño para mi se había caído, ya no me sentía más motivada, no quería saber más nada y la decepción estaba a flor de piel. (Todo muy dramático como podrán ver). ¿Y ahora? ¿Qué hago? Renuncié al trabajo que se suponía que era EL trabajo de mi vida, no tenía la más mínima idea de qué quería hacer y por otro lado tenía la presión social y familiar de que tenía que conseguir otro trabajo urgente.
Ese verano, luego de toda esta historia que recién les conté, estaba volviendo de la costa. Mientras veía el mar alejándose por la ventana, tuve una corazonada. Si, uno de esos momentos de emoción en donde sentís que vas a conquistar el mundo, aunque solamente dure dos segundos. Me di cuenta que quería empezar mi propio Blog, animarme después de mucho, a empezar a contarle a la gente un poco sobre todo este mundo de la moda que tanto me apasiona, volver a encontrar esa chispa que yo tenía adentro, apagada en ese entonces, para lograr ayudar a personas a vestirse y proponerles ideas. Todo estaba muy verde, pero ese mismo día, llegué a Buenos Aires, me saqué una foto, y abrí mi perfil de Instagram. Así es como empecé con esto que hoy en día forma parte de mi trabajo y que disfruto mucho de hacer. Creo que se dio como una consecuencia, ya que fue una forma de encontrar ese espacio personal mío, en donde puedo ser tal cual soy, mostrarme como yo quiero, cuando yo quiero y de la forma que quiera sin que nadie me diga lo que puedo no puedo hacer. Como verán, tengo un espíritu muy libre e independiente. Acá no termina la historia, no todo es color de rosas. La aventura recién estaba empezando y yo no tenía NI idea de qué quería hacer con mi vida.
Y así empecé a probar miles cosas distintas, entre ellas, ir a entrevistas de trabajo en las cuales prácticamente ya casi estaba dentro de la empresa y a última instancia me decían que al fin decidieron avanzar con otro perfil. Bastante difícil todo.
Entre todas estas nuevas cosas que estaba intentando, una de ellas era escribir notas de moda. Es algo que me encanta y me apasiona, desde siempre supe que quería escribir para una revista de moda, o al menos, en la sección de moda. Así es como moví cielo y tierra, rastrié mails por todo el mundo, hasta dar en la tecla con una de las editoras de la revista Ohlala!. Pato, una amorosa de la vida, me dio la oportunidad de empezar a tener mi propio Blog en la revista online luego de que le presenté una propuesta. Este se llamaba #mecopatulook y era sobre coolhunting en la ciudad de Buenos Aires. Todo parecía empezar a encaminarse, cuando de golpe, la editora de la revista cambió, quisieron darle una lavada de cara al contenido y mi sección en tres meses había desaparecido. ¡De vuelta a llorar un rato! Ahí es cuando decidí comenzar la árdua y difícil tarea de producción de moda. Yo ya había realizado anteriormente algunas producciones, tanto para la Ohlalá como para marcas de Argentina, pero sentía que quería seguir perfeccionándome. Es por eso que empecé a averiguar distintos cursos, algunos de ellos en el exterior. Decidí hacer un curso de producción de moda acá en Buenos Aires. Parte de este curso era en NYC durante la semana de la moda. No lo pensé mucho más, dejé todos mis ahorros en este curso y emprendí una nueva aventura, convencida de que me iba a traer nuevos desafíos, amistades, contactos y experiencias. Lamentablemente no fue así, el curso terminó siendo un fiasco y lo único que conseguí fue tener menos plata y un par de fotos más en mi portfolio. Para rescatar la parte buena, podría decirles que esto fue una prueba personal para mi: ahí me di cuenta de todo lo que yo era capaz, de todo lo que sabía y había aprendido durante estos años trabajando.
Si hasta ahora las cosas no me venían saliendo bien, lamento decirles que no mejoran. Paralelamente, yo estaba creciendo bastante con Instagram, pero todo llevaba mucho esfuerzo y los resultados eran muy efímeros. De a poco me empezaron a invitar a eventos, fui conociendo gente y aprendiendo un poco sobre el mundo de la comunicación y el marketing, lo cuál me encanta.
Seguía sin saber bien para donde apuntar, ya que todo lo que hacía, nunca llegaba a buen puerto. No sabía si el problema era yo, eran las situaciones o si la vida me estaba tratando de enseñar algo. A todo esto, personalmente, me pasaron varias cosas bastante intensas y eso no ayudaba a mi situación emocional. Ya era oficial: estaba deprimida. No encontraba la solución a esta especie de estancamiento que yo tenía, ni siquiera confiaba en mi misma debido a que pareciera que todo lo que intentaba, no salía.
A todo esto, un día apreció una propuesta nueva: me contrataron de una local de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, para ir a dar una charla de tendencias. ¡Que alegría! Fui hasta allá y todo salió perfecto, ahí es cuando me di cuenta que mi vocación estaba en enseñar sobre lo que sé, ayudar a otras personas y hablar sobre moda, mi gran pasión. Hace unos meses, no mucho tiempo atrás, decidí tomar las riendas de mi vida. Me acuerdo de estar sentada en el piso de mi casa llorando a moco tendido sin saber qué hacer, literalmente. Como siempre, todo muy dramático. Ese día me repetí a mi misma en voz alta: si para Diciembre las cosas no se acomodan o cambian, yo me voy a otro país a empezar de cero. No me lo olvido más, supongo que porque realmente sentí de nuevo esa corazonada, como en aquel momento. Quizás la solución no era geográfica, pero hay veces que en estas situaciones, uno necesita empezar de cero. Y ese era mi objetivo. Ya nada me ataba a estar acá, no encontraba un objetivo claro y estaba tan mareada que no tenía idea de para dónde apuntar. Estaba decidida.
Al mismo tiempo estaba realizando mis talleres de Estilo NS, que me encanta hacerlos, pero sin embargo, sentía que todo estaba un poco estancado. Quizás es la ambición que se apoderaba de mí, pero conociéndome, cuando tengo esa energía y sentimiento de ¨ganas de comerme el mundo¨ pero el mundo no me tira un buen centro, me desespero un poco. Piensen que yo venía de una racha complicada, asique la opción de irme a vivir afuera cada vez estaba un poco más tentativa. ¿Y Nati? ¿Cómo sigue la historia? se estarán preguntando algunos de ustedes... Yo creo fervientemente en que cuando uno se imagina en la mente algo que quiere con muchas ganas y te rompes trabajando, lo conseguís. Y así fue, no me pregunten de dónde saqué las ganas y la energía, pero le metí. Empecé a organizarme mejor, todos los meses hacer talleres en Estilo NS lo cual me daba más energía y me motivaba más aún a hacer otros. Escuchar o leer sus comentarios luego del taller, diciéndome que les encantó o que se fueron felices, para mi eran el resultado de mucho esfuerzo. Comencé a ponerle más energía a mis redes sociales, mi Blog, mi vida. Finalmente el camino se empezó a aclarar un poco y comencé a encontrar mi propia estética, mi forma de comunicar, qué me gusta y qué no, qué trabajo funcionaba para mi y qué no. Aprendí a confiar un poco más en mi misma, seguir mis instintos y sacarme un poco los miedos que tenía encima. La vida es bastante sabia, supongo, porque cuando al fin le ¨planteas¨ un ultimátum, decide darte algo a cambio. Todo pasa por algo, y yo creo que las cosas comenzaron a fluir y a suceder en el momento que tenía que pasar, porque sino, yo ahora estaría escribiéndoles desde la playa o al lado de un canguro en Australia. En fin, este historia bastante larga que intenté resumirles (se los juro) es para contarles un poco más de mi, que vean que no todo lo que brilla es oro y que llegar hasta donde estoy hoy me costo muchísimo. No considero que esté en la cima de donde quiero estar, estoy recién empezando, pero cuando uno se pone los objetivos claros, capaz es más fácil. Lo que es difícil, es encontrar qué es lo que uno quiere hacer, y para mi encontrar eso, fue realmente un desafío. Asique levántense de donde estén sentados, agarren una lapicera, papel y escriban sus metas. Imagínense en ese momento, proyéctense viviendo el momento tal cual les gustaría que les suceda y después, muévanse y no paren hasta conseguirlo. En algún momento y otro, llega. Tarda, pero llega. Quiero creer que lo mejor está por venir y que esto es el comienzo. ¿Se animan a jugársela por lo que quieren y dejar la vida intentándolo?
Espero haberlos motivado un poquitito, y si eso no sucedió, aunque sea haberlos entretenido y que quizás alguna o alguno se sienta identificado con alguna situación de estas, en donde no tenés idea de para dónde estas yendo, pero igual caminas. Un beso enorme y gracias por leerme hasta el final (si es que llegaste).
Pd: Si estás leyendo esto, te quiero agradecer de corazón por hacerlo, por cada mensajito, por cada momento que te tomás en tu vida para leer esta nota o solamente darme un like en una foto. ¡Gracias por tanto cariño! Ojalá les pueda devolver un poquito de toda su buena onda. Nati Simon.
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